12.8.10

Κατάβασις

Somos seres enteléquicos que habitan el aire,
seres que confían ciegamente en el destino,
seres que colisionan en la red de designios divinos,
seres que andan ciegos por el universo,
que iluminan intermitentemente la vida de otros seres,
que naufragan en la fatalidad de las tragedias;
seres que reniegan del azar que rige los giros del mundo,
seres que vanaglorian un plan forzado antaño,
que maniobran su existencia por los sinuosos caminos del ser,
que interrumpen con voluble obediencia los hilos de la causalidad;
seres que cantan corales a la divina providencia,
seres ilusos por la manifestación de la mano invisible,
seres pútridos de inocencia blanca y pura,
seres bondadosos que apuñalan la vulnerabilidad del Otro,
que pretenden conocer los fines de cada dirección,
que quieren seguir cada camino, cada bifurcación,
que anhelan la impasibilidad de la iluminación;
seres inauditos hijos de la necesidad,
seres fehacientemente arraigados a la creencia,
seres que circulan por la vía de las leyes preternaturales,
que ignoran la forma de un final que ya conocen,
que construyen ilusiones sobre ilusiones,
que destruyen los fundamentos mismos de su esperanza.
Somos seres bestiales en la jaula de los hados,
seres ínfimos que se ahogan en la necedad de su propia ignorancia:
seres que navegan eternamente en el inmenso mar de las casualidades.
¿Qué lugar queda para la libertad?
¿Qué lugar para la voluntad?
¿Qué para el deseo?
¿Qué felicidad?
¿Qué?
¿?