31.12.07

sacrificio

Es un martirio vivir en mi cabeza, y no porque sea insoportable, ni tampoco una condena. No, en absoluto. A mí me fascina ser un mártir. Me encanta.

Habría encontrado tantas similitudes con tantos héroes románticos, con aquella Ifigenia que se dio a los dioses de los vientos, que me hubiese creido un Santo Inocente o partícipe de alguna profecía de Delfos si tan sólo salieran bien mis sacrificios.

Y claro, yo me inmolo por todos y por nada, sólo para ver cómo me vuelvo ceniza ante los ojos de la muchedumbre. Tal vez sea por eso, por el público, por la fama, que me martirio. Me ennoblezco al derramar mi sangre por causas ajenas, y al final nadie me la repone.

Seguro que debe ser porque los verdaderos mártires se santifican después de muertos. Y yo me niego a morir, porque muerto no podría disfrutar de mi nobleza, de mi beatitud.

¿Será que vivo en un coliseo? Los leones en todas partes: en las puertas, en la calle, debajo de la cama... Pero yo soy el que mete la cabeza en sus fauces, porque pareciera que están domesticados. Si tan sólo los pudiera matar de hambre o fastidiar lo suficiente como para que se acerquen a pegarme un zarpazo... Uno solo, que me razguen la ropa, por lo menos, para poder tener algo heróico que relatar.

Y sí, si al final de cuentas sólo el público festeja los sufrimientos, y aquellos por los que me entrego se limpian mi sangre de la ropa como manchas de salsa.

Yo me debo a mi público...

4.12.07

inocente ansiedad

Entré en la espesa selva que me observaba absorta con sus ojos verdes, como las lianas que sólo pueden trepar las muchachas jóvenes y puras, y que anonadaba mi entendimiento con su esquiva mirada de perfecta inocencia. Nunca supe qué me esperaba, jamás esperé que algo lo haga, pero me comenzaba a preguntar por los misterios que se ocultaban tras la maraña juvenil de aquel rostro que tanta confianza transmitía. Porque así es la selva, así de engañosa, protegiendo con sus infinitas manos y al mismo tiempo otorgando un sofocante abrazo al incauto. Jamás sabré si fui un ingenuo o un conocedor. Jamás lo querré saber.

Puede que mi mirar sea un poco confuso, que se pierda en las lejanías de tierras que nunca existieron y que nunca existirán. Con párpados somnolientos y las pupilas dilatadas de formol, así, a centímetros de su aliento narcótico, pude vislumbrar una enigmática sonrisa que me enredó aún más en aquella vegetación salvaje.

Sé que el ocaso nos marca y que algún día lo esperaré en la parada y él me seguirá esperando en su casa. De obstinados podríamos aguardar siglos, pero estoy seguro que eventualmente cada uno emprenderá el sendero. A mitad de camino nos encontraremos y lo veré con su teléfono de juguete, y él a mí con mis ansias desparramadas por la cara. Nos sonrojaríamos y sonriríamos, con esa inocencia que enchastra todo aspecto de la vida, cada una de las palabras que se escuchan y que llegan al alma.

"Si querés, te ayudo a desenredar el cable del teléfono; aunque a él le guste estar enredado; aunque después de mucho esfuerzo se vuelva a enredar."

"Si tenés ganas, te invito a calmarte, a limpiarte esa ansiedad del rostro."

4.11.07

La enigmática vampirización del Sr. Bueno

El Sr. Bueno, misteriosamente, fue vampirizado. Esto fue un shock para más de uno, que lo conocía tan tierno y apacible, tan bondadoso y correcto. Todos buscaban una explicación más o menos coherente para el hecho de que le hayan crecido colmillos y de que una huraña malicia haya brotado de su interior. Y uno dice más o menos, porque nadie, al final de cuentas, supo qué le había sucedido, ni siquiera él mismo.

Algunos encausaban la transformación por envenenamiento. Estaban certeros en la idea de que algún malvado hubiera puesto algo en la bebida del Sr. Bueno, convirtiéndolo en este Mr. Hyde.

Otros sostenían que fue por influencias poco convenientes, que llevaron al Sr. Bueno por caminos tortuosos y oscuros. Siempre se necesita a alguien que lo empuje a uno, dicen ellos.

Un grupo reducido, y bastante creyente, aseguraba que fue obra de Mefistófeles, que tentó al Sr. Bueno y le hizo firmar un contrato. La venta del alma, según ellos, lo inscribió al club más infame de la existencia.

Hubo un par que clamaban que el Sr. Bueno siempre fue así y que simplemente estuvo actuando toda su vida un papel que se cansó de interpretar. Para ellos, la bondad no existe ni existió nunca y es sólo un rostro de papel que oculta intenciones de lo más macabras.

Algunos atribuían el vampirismo de Bueno a la frustración. Ellos, los más depresivos, veían en él a una persona demasiado idealista para un mundo tan perverso. Finalmente abrió los ojos y se dió cuenta de cómo eran las cosas.

Uno solo dijo que el Sr. Bueno estaba pasando por una etapa, que ya se le iba a pasar.

Un puñado de personas dudaban de todo lo anterior, pero se les ocurrió que quizás fuera que el Sr. Bueno hubiera querido experimentar cosas que no haría jamás, cambiar de piel por un tiempo.

Tres muchachos, un poco incrédulos de la situación en general, se reían y decían que ese no era Bueno, que no podía ser él, y que si era, que estaba jugándoles una broma a todos.

La cuestión es que el Sr. Bueno, vampirizado y todo, completamente maligno y perverso, no sabía qué era lo que le había sucedido. No podía explicar su comportamiento aberrante y no salía del asombro. Retrocedía en su mente e investigaba, pero no encontraba indicio alguno de algún cambio en particular. Esto lo mantuvo mucho tiempo ensimismado en sus pensamientos, intentando deducir de dónde había salido tanta maldad.

En mi opinión, al Sr. Bueno no le pasó nada. Si hubiera dejado de ser bueno, no se preguntaría por su conducta, y simplemente se interesaría en proseguir con un plan malévolo o en conquistar el mundo.

3.11.07

carrousel

un polvo dorado revolotea en la brisa estival que se arremolina fugazmente formando torbellinos y ciclones de ventisca dorada, completando los espacios vacíos entre los objetos con áurea fantasía de color.
una sonrisa se dibuja en el rostro gris del joven que huele las notas del verano en el aire, un gesto de leve satisfacción y de honorable tranquilidad. las hojas secas del plátano ya no cubren su cara y pequeñas flores comienzan a brotar de sus cabellos.
el reinado de helios ha comenzado nuevamente, renaciendo de las cenizas oscurantistas de la hibernación del ánima. las radiaciones caniculares de la magnánima corona real se esparcen por todos los rincones, iluminando hasta los corazones más endurecidos.
las manchas de sangre se evaporan dejando un rastro oscuro en la tierra. las plantas se inclinan a juntar la vida esparcida por sobre la planicie benevolente y metamorfosean los estigmas en frutos de sabiduría.
la rueda nuevamente da una vuelta con su psicótica música de carrusel. los caballos suben y bajan, los tigres observan el cambio y los unicornios festejan altivamente el mecanismo divino de la vida de carnaval.

30.10.07

promulgación de la antipatía

tantas grietas
y al final se resquebrajó.

no me van a volver a ver,
no me van a reconocer.
se van a asquear,
van a querer negar la realidad.

porque voy a recubrirme de ustedes,
voy a construir un muro de espejos
que refleje lo que ustedes pretenden,
lo que ustedes imitan como realidad.

impenetrable, superfluo,
nunca más antipático.
y al que realmente le importe,
el que se atreva a cruzar su reflejo,
como alicia a través del espejo,
le será mostrado un paisaje mesiánico.

voy a hacer que me odien,
que duden de mi intención verdadera.
voy a ser eco de sus voces,
pero un narciso por dentro,
porque mi amor es incierto
aunque haya vivido clamando por tierra.

me apagaré intermitentemente
y suspiraré en la oscuridad
mas que solo me sienta:
no hay mayor paz aparente
que la real que uno presiente
en la inmensa soledad.

y como dije antes:
aquel que ose cruzar,
mil infiernos y malicias.
el que quiere celeste,
que le cueste,
pero el precio ha de pagar.

es una oda al egoísmo,
al cansancio y la frustración.
no hay más justa antipatía
de aquel teniendo corazón
es negada recepción
y truncada la alegría.

el muro aquí comienza,
la imagen se empieza a reflejar.
cubierto de plata y estaño
podré estar más de un año,
a menos que me fundan
y me vuelvan a forjar.

la luz nunca se apaga,
sólo crea obstáculos que prueben
que vale lo que duelen
los sufrimientos que la vida regala.

la luz seguirá brillando
y continuará esperando
alguno que la contemple
y sostenga su mirada
fija y admirando.

29.10.07

plumas. veo plumas y unas gotas de sangre en el cielo.
las veo y rotan, expresan su movimiento, porque son libres.
la sangre y las plumas, esparcidas en el aire.

con mis manos extendidas no las alcanzo
porque navegan más allá de lo que yo puedo comprender.
me afierro fuertemente a estas cadenas, a estos metales,
que ya han dejado marca profunda en mis tobillos.

trastabillar es rutina.
avergonzarme, la tarea diaria.
enamorarme, una obligación.

gotas de sangre. escupo gotas de sangre
desde lo más profundo de mi garganta.
es sangre negra, putrefacta, que busca purificación.
¿la encontrará junto a las plumas?
¿la encontrará en el aire?

un veneno fue inyectado.
el mercurio denso corre por las venas;
el arsénico diluído en las arterias;
y un corazón vibra intermitentemente,
esparciendo la muerte con cada latido.

plumas. construyo sobre las plumas del aire,
convirtiéndome en un arquitécto efímero más.
con un soplo de eolo y mis estructuras colapsan,
mientras las gotas de sangre se multiplican con cada demolición.

el vapor tornado rojo ya,
y un vaho a hierro merodea por las nubes.
lo que las plumas sostenían
sucumbe bajo el peso de la humedad carmesí.

no hay rayo de helio puro tras el velo sangriento.
se forman dos alas teñidas de vida arrebatada
y en un fortuito batir
inician la precipitación de un mar sofocante.

la inocencia se impregna con las toxinas,
por cada gota de sangre envenenada,
y las plumas simplemente navegan,
porque son libres.



13.10.07

El potus nos acariciaba, pero ella pidió perdón


Perdón, me dijo. Perdón... Es increíble cómo la gente piensa que con una palabra, que con ESA palabra, las cosas se reparan mágicamente. Es la credulidad del ser humano, esa fantasía que recorre los pasadizos de sus mentes en el momento en el que se lee el primer Abracadabra en un cuento de hadas. ¿Y el resto? ¿Y el resto qué? ¿Qué pasa con esa pila de escombros que alguna vez fueron edificio? ¿Quién la va a juntar?

Ella siempre había sido un misterio; una noche con piernas de mujer, de esas que ocultan sus estrellas y abismos en la más oscura cripta. Sin embargo, jamás pensé que pronunciara esas palabras, y menos pensé en la repercusión que pudiera tener. Perdón... Simplemente cayó como un baldazo, como un empujón que me arrojó de esa nube de la cual observaba la inocencia humana.

¡Y me hizo sentir como uno de ellos! ¡Me hizo sentir el crac de mis sueños destrozados! Me hizo sentir crédulo. Pero la crédula es ella, al decir Perdón.



¿Qué más esperaba? Uno no puede salir inmune viviendo en la Tierra. Tarde o temprano arriban esas personas, esas palabras que te denigran y degradan. Es como una muerte momentánea, como una degustación del rencor y el odio. Y al principio te sentís poderoso, y te sentís vigoroso, y te sentís imparable, eterno, lleno de energía. Pero al rato caés en la angustia inmediata de la traición. Esas heridas en el pecho, en la mente, en la lengua, en los oídos.

Perdón, me dijo. Maldita sea. Después del encuentro en la habitación del hotel, de la pasión bajo el potus que adornaba la repisa del cuarto, con los brazos de la planta rodeándonos y llenándonos de caricias, ¿por qué fue a hacer eso? Entiendo la separación, entiendo sus horarios y su postura frente a nuestra inescrupulosa y desenfrenada relación. Los abrazos junto al trapeador, los arrumacos junto a su balde, la estadía en el lecho, con ella y su ropa olor a solventes. Quizás fue eso, el aroma a Ciff, la potencia de la lavandina, lo que me atrajo a sus carnes, lo que incitó la lujuria, pero mi duda está en por qué pronunció la palabra, por qué no se fue en silencio solemne de mucama de hotel.


Perdón, me dijo. Me lo dijo esta mañana, luego de explicarme por qué se debía ir, y después de poner el perfume en el baño, cambiar las toallas, hacer la cama y devolverme la llave de la habitación. La palabra resuena, junto al sonido chirriante de su carrito de limpieza.

13.8.07

sádico optimista nostálgico melancólico

quizás sea un sádico optimista.
quizás sea un insensato ingenuo,
un inexperto en materia de vida,
un iniciado entusiasta,
pero no puedo arrepentirme,
sentir resentimiento,
odiarte o detestarte,
reclamar venganza u olvidar.
mi melancolía está en el recuerdo,
en la nostalgia pura que me ofrece el pasado.
por ella es que hoy sufro, pero por la que también brindo.
brindo por los buenos momentos, por las alegrías diarias de saberte a mi lado.
brindo por las caricias, los abrazos, los besos, los susurros, los cariños.
brindo por aquellas palabras que me dejaste decirte, por aquellas que me dejaste escuchar.
brindo por los planes que salieron bien y por los que se frustraron;
incluso brindo por aquellos que no llegaron a formularse.
brindo también por haber abierto la puerta y haber recibido al invitado más esperado,
por haber podido entrar tras los muros y haber llegado tan profundo en las mazmorras.
brindo por la flecha que se quedó clavada en mi pecho.
brindo por la lluvia que nos bañó en noviembre, por el sol que nos iluminó en el verano del sur,
por los mosquitos que nos acosaron en enero, por el catorce de febrero perfecto.
brindo por la sangre que otorgué, por la labor que te cargaste,
por las peleas por las que ambos tuvimos que pasar.
brindo por la cantidad de chocolate derretido sobre nuestras almas.
brindo por los aromas que me enseñaste a adorar,
por los sonidos que me ayudaste a sentir,
por los placeres que me hiciste vivir.
brindo por la lujuria desenfrenada que afectaba a nuestros cuerpos,
por el suave roce de nuestras pieles, los violentos golpes de nuestros brazos.
brindo por los cuellos degollados por asesinos dientes,
por muestras de un cariño que mata, asfixia.
brindo además por las personas que nos vivieron juntos;
que nos alentaron, que nos retrasaron.
brindo por haber podido llegar a la estima del príncipe más codiciado,
del muchacho de mirada dulce y triste, de aquel que se siente solitario.
brindo por haber sentido la llegada del niño desprotegido a lo más profundo del alma.
brindo por haber sabido proteger, por haber sido defendido.
brindo por el árbol que nos cobijó en una tarde de desgracias académicas,
por el puente que se mecía en la tormenta,
por la ventisca que soplaba cuando me diste el primer beso tierno,
por el hielo que resbaló por tu garganta cuando rasgué tu labio inconscientemente,
por la lluvia que me hizo verte indignado por primera vez,
por los juguetes que nos acompañan antes de ir a dormir.
brindo por tus ganas inquebrantables de cruzar ciudades,
poblados, localidades, provincias.
brindo por aquella fiebre que sentí la primera vez que decidiste cuidarme.
brindo por las orquídeas que nos acercaron carnalmente,
por las cantidades de alcohol que nos llevaron a cometer locuras.
brindo por las fotos que nos tendrán eternamente juntos.
brindo por las risas que provocaste en mi voz, por las que yo pude sentir en la tuya.
también por las bellas palabras que supiste inspirar en mi prontuario
y por la hermosa manera que sólo vos tenías de describir lo nuestro.
brindo por los hijos que soñamos, por nuestra hermosa casa inexistente.
brindo por cada cena que jamás terminé de comer.
brindo por la insensata confianza que nos teníamos mutuamente,
por la fidelidad que nos unía cada vez más, por los secretos que nos contamos.
pero ante todo esto, y sobre todas las cosas, brindo por vos,
por una persona única y especial, indecisa y vanidosa
pero no menos tierna y protectora, creativa y pasional;
una persona hermosa en todo sentido, aunque no veas más allá de tu preciosa coraza.
brindo por vos y el amor que me supiste dar
y el que supiste recibir.
brindo, para terminar, por las lágrimas derramadas,tanto mías como tuyas,
porque siento que valieron todas y cada una de ellas;
por las noches de incertidumbre, de obsesión y celos,
por las locuras que eros provoca en psique.

6.8.07

siempre lo supe y lo supiste,
pero es el día de hoy en el que las palabras llegaron a mi cabeza:
es paradójico que tengas tanto la capacidad para hacerme la persona más feliz de la tierra
como la de destruirme y no dejar de mí más que una sombra melancólica y solitaria.
quizás sea la influencia de una griega lésbica,
la de afrodita que me ofrece su rosa
o la de eros que atormenta a la lunática psique,
pero la simpleza de verbo se conjugó con la noxa invernal pertinente
para que hoy y sólo hoy escribiera estas líneas tan parecidas a vos.
a vos y a nosotros, a vos y yo; a mí enamorado y al resto indiferente.
una esclavitud simbiótica de locura, amor y muerte;
de buenos recuerdos y giros inesperados en la vida presente y futura.
una ocupación más que vocacional,
más que deseada, más que obligada,
más que complicada, más que importante,
más que esperada, rotundamente única.
¿sigue girando el mundo?
creo que me olvidé de una roca que vive en torno al fuego
y lo hice de manera extravagantemente voluntaria.
en una habitación repleta de personas, sólo veo dos ojos
y busco el calor de un único cuerpo que me proteja,
pero que lo haga en la veracidad de su voluntad.
¿qué vas a hacer conmigo?
completamente descontrolado, vos te das cuenta y no me decís nada,
así como hubiera dicho una mujer colombiana
con ganas de exorcizarse de su voz,
escaparse de su nombre y arrancarse el corazón.
la lágrima que lucha todos los días por salir, desde hace ya varios días,
erosiona duramente mi mirada y se convierte en una estaca de hielo que me penetra en la pupila.
tal vez, y así me gusta pensarlo antes de dormir,
no sea un esclavo, un ganímedes raptado,
sino una víctima de una flecha punzante y ponzoñosa que llenó de sangre mis ojos y no me deja ver
que del otro lado hay más de lo que uno puede llegar a esperar.

30.7.07

La Paradoja del Sufrimiento

Todo ser pensante -pensante propiamente dicho, no de aquellos que claman ser los que piensan y en realidad sólo viven- ha llegado, en algún momento de su vida, a la paradoja del sufrimiento.

Afirmamos, como todos lo hacen, que el sufrimiento es algo malo. Entonces, luego determinamos que todo artista, para producir una obra majestuosa, debe sufrir o haber sufrido de alguna manera. ¿O me equivoco?

Como persona que produce arte, considero que, estando en completo estado de felicidad, no he sido capaz de producir una obra digna de elogios. Sí he producido buen material estando enamorado, pero, ¿no es el amor, acaso, una de las tantas maneras del sufrir? El que ama, sufre, eso es algo que he podido confirmar a lo largo de mi corta existencia.

Bien, llegado a este punto, veamos ahora que todo el que se encuentre en algún tipo de sufrimiento, va a desear salir del mismo. ¿De qué manera se logra? Mejorando su situación. Así, entonces, puedo decir que el cambio depende del sufrimiento, en cierta manera -sino de toda manera posible.

Es el mismo caso del que afirmó, en la antigüedad, que la luz y la oscuridad deben de convivir para asegurar su existencia: sin luz, no hay oscuridad, y sin oscuridad, no hay luz.
Todo mal asegura un bien directamente opuesto, así como todo bien requiere de su maldad contraria.

La paradoja del sufrimiento consiste en que, si el mismo es algo malo y perjuicioso, ¿por qué hemos de necesitarlo para lograr la felicidad?

Intento decir que no hay felicidad alguna sin un sufrimiento anterior. Uno para recibir, debe otorgar antes. Es una ley un tanto apresurada, quizás, pero si se ve cómo vive el ser humano, se da uno cuenta de que actuamos únicamente como reflejo: se recibe un golpe y se intenta devolverlo o esquivar el siguiente.

El hambre lleva a saciarla; los dolores, a curarlos. Es el amor, tal vez, en único sufrimiento que encuentra la felicidad en sí mismo.

26.6.07

¿por qué dejas deliberadamente palabras que sabes voy a encontrar?
¿por qué, sabiendo su filo, permites que lleguen a mis ojos?
queman, se adhieren a la piel y la deshacen;
hacen estallar mis pupilas en mil trozos líquidos.
¿será porque soy suceptible?
¿será porque soy crédulo?
siento, uno a uno, los remaches del puente cayendo,
y te veo estático, observando la lluvia metálica,
únicamente abandonando palabras,
palabras que pueden desplomarme.
¿realmente permitirías que me atraviesen,
que me destrocen, que me penetren?
¿o simplemente apelas a mi sentido común?
la locura me cubrió tiempo ha, y eso lo sabes bien.
¿son tuyas esas balas?
necesito saber de dónde provienen
y así llevarme a algún lugar que me desee.

1.6.07

Ríos en la ciudad

Sequedad, aridez, los vapores del asfalto se arremolinan sobre las cabezas de los transeúntes. Sequedad, aridez, la agobiante sensación húmeda del calor en Buenos Aires. Se resquebrajan las baldosas, las sendas peatonales se funden y desaparece su rectitud, dando paso a dibujos inexplicables sobre el pavimento. Hace mucho tiempo, muchísimo tiempo, caía agua de los cielos. Ahora no. Está todo marchito, todo completamente arruinado por los rayos del sol.

La vida no escapa a los horrores del fuego, el ardor. Es difícil y tedioso respirar con el aire hirviendo alrededor nuestro. Incluso las noches se sufren, transformando nuestro último refugio en una horrorosa olla de presión.

¿Aire acondicionado? ¿Ventilador? ¿Hielo? No, eso ya no sirve. Apenas sale el frescor de alguna parte, su contraparte hace de las suyas y lo evapora. Las gotas que antiguamente derramaban los aires acondicionados en su labor ahora se esfuman en la caída, dejando únicamente un recuerdo en alguna nube.

El sudor es completamente inútil, y ni hablar de las lágrimas. Todo se desvanece cuando sale al exterior y entra en contacto con los terrores del infierno en el que vivimos.

Jamás disfrutamos de la sombra, jamás nos vestimos de negro o de colores oscuros. La manga larga, el pantalón largo, están prohibidos. La gente lleva el pelo lo más corto posible, evita salir al mediodía, aprende a vivir entre la magma incandescente que puede llegar a ser el asfalto en llamas.

Qué tedio, intentar sobrevivir en compañía de las brasas, abrazados a estufas, noviando con parrillas, besando hornos, de la mano de una tostadora. Sentirse, estando completamente desnudos, como si vistiéramos con frazadas y tapados de piel.

Pero un día se cubre el cielo siempre despejado. El gris se camufla con el cemento de los edificios. La temperatura y la presión descienden. El vaho no se siente, la humedad asciende. Una gota cae sobre el hirviente suelo y se evapora. Otra también cae y se desvanece. Y, de repente, el cielo se desploma.

El choque es explosivo. La unión de la incandescencia del asfalto y la frescura de las benditas gotas crean una cortina de vapores que giran y se expanden y se relajan, atravesando todas las calles. Varios faroles estallan, se puede llegar a escuchar el suspiro de alivio de los objetos que sufrían los horrores del sol. La gente sale a sus balcones a disfrutar del frescor, de la vitalidad de la lluvia, la cual otorga todo de sí.

Gotas del tamaño de alfileres, gotas del tamaño de escarbadientes, gotas del tamaño de canicas, del tamaño de monedas, del tamaño de frutillas, del tamaño de celulares, del tamaño de piedras, del tamaño de discos, del tamaño de libros, del tamaño de enciclopedias, del tamaño de portafolios, del tamaño de personas, de autos, de colectivos, de elefantes, de aviones, de transatlánticos, enormes, enormes, enormes, enormes.

Dispersamente cayendo, con más velocidad, aceleradísimas, como harpías contra sus presas. La corriente de las cloacas, secas hasta ese entonces, comienza a crecer. La marea sube, un río aparece en avenida Santa Fe. Una playa en Salguero y un balneario en Honduras y un arroyo por Guise.

Se enfrían las nubes, se precipita el agua, nos empapamos y conocemos lo que es estar mojados nuevamente.
Las calles se llenan de botes, de balsas y góndolas. Remos, aquí; olas y remolinos girando entre las bocas de los subtes. Tranquiliza la caída de la lluvia, pero amenaza la inundación de la ciudad. Subimos la mirada y observamos la tormenta infinita, arremolinándose por sobre los edificios, entre las antenas, bañando nuestro hogar con H2O.

Y me doy cuenta de que no hay medios, que todo en la vida son extremos. No hay grises, nunca los hubo. Sólo es la maldita transición del extremo de un extremo al extremo de otro. Negro y blanco, noche y día. Jamás recuperaré la necia esperanza de un día perfecto, sólo esperaré la llegada de algún extremo que no me moleste tanto.

21.5.07

Carta abierta de la Madre Naturaleza

Domingo -- de ---------- del 20--
Querida humanidad:

Escribo esta carta para exponer por escrito y explícitamente, dado que parece la única manera que entienden, mi profundo deseo de su extinción. He intentado ya por muchos otros medios comunicarles mi decisión, tomada tiempo ha, pero me veo obligada a utilizar la palabra, artificio de su invención, que es la vía universal de ustedes, mortales.

Tan sabia y perfecta y caigo en el yerro, dirán, pero se equivocan. Mi perfección está en hacerme responsable de mis equivocaciones, y es lo que he intentado hacer, pero parece que la humanidad toda no se hace cargo de su destino fatal, no incorpora en su conciente la naturaleza errónea de su existencia.

Yo, como fuerza creadora y organizadora, he de tener un método de trabajo, y ese es el de ensayo-error. Tantas especies han perecido bajo este concepto de creación, pero así fue que lo dispuse desde el principio de las cosas. ¿Por qué es que el hombre se niega a continuar con el ciclo vital que he establecido?

Recuerdo todavía el momento en el que la idea surgió, fresca y novedosa, aquella de una especie capaz de razonar y aprender, con amplias capacidades mentales. Estaba, en efecto, muy entusiasmada con el proyecto, casi extasiada, por lo que no medí las consecuencias que esto tendría en el fino equilibrio con el que he de trabajar diariamente.

El tiempo pasó y supuse, teniendo en cuenta la manera en la que las cosas han de suceder en el ensayo-error, que el ser humano se extinguiría eventualmente. Me preocupé por otras cosas y dejé que el mecanismo natural hiciera efecto. ¿Equivocada? En efecto.

Pónganse ustedes en mi lugar, observando un animal insignificante, desposeído de armas genéticas, defensas contra el frío y frágil como la más fina hebra de paja, cuya única ventaja residía en su inteligencia: las glaciaciones, sin ir más lejos, terminarían con él. Pero el hombre cayó ante el hambre y construyó armas para cazar y alimentarse; sintió frío y robó las pieles a otras especies; se supo vulnerable y encontró refugio y defensas.


Admito haber menospreciado el poder del raciocinio. Tarde o temprano, pensaba, más allá de ver la capacidad de supervivencia y adaptabilidad del humano, caería bajo su destino, así estaba planeado. Sin embargo, siguieron extendiendo su estadía en la Tierra, y en el momento en el que su existencia significaba la inexistencia de otras especies, me vi obligada a tomar acciones drásticas.

Verdaderamente, los he de felicitar, y no niego que algo de orgullo tenga por haberlos creado, pues han corrido una carrera eterna y me han vencido en todas, pero todo tiene un límite.
¿Ustedes conocen la frustración? Entonces imaginarán un poco la mía. Miles de veces he intentado e intentado e intentado, pero jamás logré mi objetivo. Lo hice creando predadores, pero los vencieron; escasez de alimentos, y se las ingeniaron con la agricultura; cambios climáticos: consiguieron reponerse. Pensé, luego, tratar desde una perspectiva minimalista, y creé la más amplia variedad de bacterias y virus. ¿Qué sucedió? Encontraron la manera de hacerlos desaparecer. Sus cuerpos mismos les avisan que están en donde no deberían estar, se autodestruyen, pero ustedes los acallan con operaciones y procedimientos médicos.

Así es, humanidad, la frustración suele derivar en enojo y furia, y de esa manera lo hizo. ¿Qué se supone que tengo que hacer para restaurar el equilibrio? Las catástrofes no son efecto de un mero capricho, sólo son una tentativa de limpiar el planeta de una basura muy difícil de erradicar. Me duele azotar duramente la Tierra, pero son los intentos desesperados de una mujer demasiado desesperada, al borde de un ataque de nervios.

¿Es esto un llamado a la guerra? La guerra es un concepto únicamente humano, yo sólo hago mi trabajo. Tómenlo como les parezca, pero tengan en cuenta la determinación natural. ¿Querían un por qué de tantas cosas? Aquí lo tienen.

Siempre suya,




Madre Naturaleza

27.4.07

carta coneja

Buenos Aires, fecha indeterminada debido a varios motivos, 2007
Querida Coneja:

Te voy a contar la historia de una carta, extensísima como la más larga de las anécdotas familiares, misteriosa como el más profundo símbolo del Apocalipsis, escurridiza como el pez más veloz, y reproducida tantas veces como los hijos de un proletariado fértil.
Esta es una carta atemporal, pues habita en una dimensión en la cual la concepción de tiempo, las fechas, las horas ya son parte de un juego de niños. Tantas veces fue rescrita, tantas veces duplicada, que ya perdí la cuenta. Mi mano se cansó ya de los eternos garabateos sobre el papel, del ida y vuelta de ideas y pensamientos que querían plasmarse frenéticamente en una hoja de cuaderno y ser enviados por vía postal, pero que, o no salían, o simplemente se confundían con estupideces.
Esta es una carta múltiple, compleja, retorcida y compuesta. Es el vástago de sus predecesoras, su combinación y producto, una especie de rompecabezas; un collage armado con retazos de las anteriores.
Creo que fue al empezar la quinta (o séptima u octava) carta cuando me di cuenta de que había puesto, en todas ellas, cosas sobre las que quería que leyeras, puntos importantes y claves para entender qué había pasado con Federico Guillermo, a dónde había ido, qué estaba sintiendo. Entonces decidí tomar eso, fragmentarlas completamente y crear este ser amorfo que estoy escribiendo en este momento, pero que al tiempo de su lectura, mi acción va a estar terminada – fue una ironía que siempre me gustó destacar, al hablar en presente en una carta, esa noción de contemporaneidad entre la escritura y lectura de la misma se pierde completamente.
Comienzo, entonces, la historia de dicho personaje escrito, no sin antes hacer un comentario sobre el formato que decidí darle al mismo.
No sé si lo sabrás, mi queridísima Coneja, que detesto profundamente mi caligrafía. En estos momentos, estoy penosamente escribiendo sobre papel de cuaderno, con lapicera y codo sobre el piso de mi habitación. Sin embargo, para no dañar tus ojos con mi horrenda manuscrita, es que he decidido transcribir el producto a computadora una vez finalizado.
Llamame impersonal, frío, sobrio o simplemente odiame en silencio, pero creo que es lo mejor. Aparte, y es un detalle muy importante, mi letra manuscrita es extremadamente grande, al igual que esta esquela que está siendo escrita, por lo que tampoco me agradaría enviar por correo un sobre de tres kilogramos de peso hasta Corrientes.
Ahora, sí, sin más especificaciones sobre ella, paso a contarte la historia de su vida.

Esta carta – o una de sus partes - comenzó remotamente allá por los tiempos del otoño, cuando te habías vuelto a tus pagos después del recital del señor Waters. Era, por ese tiempo, un tanto emotiva, y describía cómo me sentía tocado por una mano divina al saberme rodeado de personas como cierta que habita lejos, por los pagos del federalismo, y que es un retrato vivo de mi alma.
Justamente, esta carta intentaba explicarle a ese retrato, a esa copia, sin desmerecerla, pues es la copia más exacta; cómo es el original, el verdadero Dorian Gray:
El verdadero Dorian es un ser extraño y solitario. Le encanta estar rodeado de gente, ser querido y querer. Al mismo tiempo, disfruta de su soledad eternamente. Su pasatiempo principal, es pensar, porque pensar lo hace sentirse importante, y porque así alimenta su ego, creyendo que sabe las verdades del mundo.
Paradójicamente, su mayor mal es pensar, porque pensando es que también cae en vicios asquerosos como lo son el darse cuenta de que sin él, el mundo sigue girando; de que en realidad hay gente que sabe muchas más verdades que él, de que no es el único Dorian en el mundo.
El verdadero Dorian tiende a desaparecer de la gente que más lo aprecia, y no lo hace a propósito. En su fanatismo por su persona, en su egoísmo, piensa que el resto lo va a esperar con los brazos abiertos, cuando no es tan así. Al darse cuenta de que pudo dañar algún afecto, se siente mil veces peor que si lo hubieran abandonado a él. Dorian siente ese dolor en lo más profundo y comienza a escupir explicaciones. A veces, funcionan; a veces, empeoran todo. Y es que esta es otra de las características importantes del Dorian original: su verborragia.
Un Dorian no sería tal sin su mágico defecto, y es el hablar de más. Las cosas a veces pueden sostenerse en el silencio, pero en su maña de demostrar que todo lo sabe, que todo lo puede explicar y solucionar con la palabra, termina pisando sobre lo logrado. ¡Cuántas veces ha pateado su propio castillo de naipes por una palabra de más!
Y es que, durante mi ausencia, mi desaparición, mi estadía bajo la capa de invisibilidad, cierto personaje indeseable con título obtenido en la Facultad de Psicología me hizo saber de que, todo este tiempo, Dorian no fue Dorian. Es decir, sí era un narciso incomparable, con una autoestima ambivalentemente exagerada y destructiva, pero no era un Dorian, sino que fue y es un Fausto.

Ya diagnosticado mi narcisismo intelectual, cosa que ya sabía – y cómo no lo voy a saber, si soy Fausto, y todo lo sé -, la siguiente carta se dedicaba a contarle al retrato el famoso episodio del psicólogo:
Ya cansado de toda la historia del análisis, me dediqué a boicotear el trabajo de este hombre (así lo llamo yo), porque sentía que no me estaba ayudando para nada. Girábamos siempre en torno a los mismo temas, con la idea de este hombre de que yo, en mi inconsciente, me sentía un hijo no deseado por haber nacido diez años después de mi hermana, y por lo que me forjé una armadura de independencia. Es por eso que decidí demostrarle, un tanto insolentemente, cómo no me preocupaba en lo más mínimo ese aspecto de mi vida.
Yo pregunto: ¿en qué sentido puede ser mala la independencia si es tomada responsablemente? En más de una ocasión demostré que solo puedo sobrevivir, que solo puedo trabajar – y cuando a trabajar me refiero, me refiero a trabajos correctamente hechos -, que solo puedo vivir.
Finalmente, pude desligarme de ese hombre, al recibir el diagnostico final y al hacerle saber, EXPLÍCITAMENTE, que no tenía intenciones de seguir yendo a visitarlo por las tardes de los miércoles. Tampoco me retiré sin antes hacerle saber que sus aranceles me resultaban excesivamente caros para lo que estábamos haciendo, a lo que me dio una respuesta típica de ese hombre, clamando: “Pero, ¿vos decís eso porque sentís que no te lo merecés? ¿Es porque pensás que, al ser un hijo no deseado, no te lo merecés?”. Imaginate mi risa estruendosa.

Cambio aquí, mi coneja, el estilo de esta porquería compuesta. Ya me cansé de remitirme a qué parte pertenece a qué carta y demás. Ahora, me transformo en un Fausto vulgar y sencillo, mundano, menos literario y grosero, campechano y chabacano. (Esto no me lo cree nadie).

Me siento un Fausto distinto a los demás, porque soy el único de ellos que posee un retrato. O sea, vos vendrías a ser una especie de retrato de Doctor Fausto, lo cual no deja de ser menos importante, pero vas a pasar a ser una obra menos admirable, porque Fausto no era muy lindo que digamos.
Y, mi retrato, así como contaba antes, Fausto se siente horrorizado al darse cuenta de que abandona a las personas que más quiere y admira. Él tiene esos fantasmas que lo persiguen constantemente, fantasmas que tienen la forma y voz de sus seres queridos. Hay un fantasma tuyo, que lo persigue constantemente, y que, una vez al día, le recuerda que debe comunicarse con vos.

No puedo extender mucho más, sabrás… Si tanto tardé en hacer esto, también, es por la cantidad de otras cosas que me están agobiando. Vas a entrar, coneja, a una parte nueva de mi mundo, en la cual aparezco desmoralizado completamente por la cantidad de cosas que he de hacer y que quiero hacer.
Fausto tiene la habilidad de cargarse de millones y millones de tareas aparte de aquellas que ya le son impuestas. Es por eso que, aparte de escribir una carta a su bienamado retrato de Corrientes, cosa que quería, Fausto tuvo también que terminar muchísimos trabajos, proyectos y cumplir con necesidades básicas, como lo son comer, dormir, reproducirse (aunque sea sólo por placer).
(...)
Con esto, coneja, supongo que entenderás un tanto cómo es la cabeza del Fausto modelo por el cual fuiste inspirada, al cual viniste a reflejar en esta vida. Es tortuoso, encima, el hecho de que todos los razonamientos y dudas que antes escribí, en un día puedan cambiar de sitio y valoración. Un día me importa todo; al siguiente, nada.El vicio de pensar hace las cosas difíciles para mí. En eso sos suertuda, de ser un retrato y no el original, porque no te hundís en el razonamiento, pero estás barnizada por el sentimiento con el cual fuiste ideada y pintada. No es para desmerecerte, nuevamente lo repito, porque hay un dicho que dice “El arte puede mejorar a la naturaleza. Un cuadro es más real que los paisajes de verdad.”. Y así es, porque en vos tuvieron la facilidad de poder corregir todo aquello que en mí no se pudo, pues fue por obra y gracia del Señor.
(...)
Antes de despedirme, quiero decirte una única cosa más:
A Fausto únicamente lo persiguen los fantasmas de aquellas personas que más aprecia y quiere. Tu fantasma estuvo demasiado presente en este último tiempo, y la culpa de no haber podido estar antes a tu disposición, fue una de las peores.
Me disculpo, una vez más, por el estilo de carta-documento - ya verás por qué lo digo cuando llegues a la firma.

Un beso enorme, te quiere mucho,
Fede (Fausto)

19.4.07

Globos y fuegos de artificio

Será por el atún, será por la mayonesa, será por la ensalada Waldorf o será por la horrorosa sensación de cómo un ciclo se cierra y el gustito nuevo del que viene, ese sabor al que no estamos acostumbrados y al que vamos a tener que acostumbrarnos en trescientos sesenta y cinco días exactamente, para luego despedirse de él y entrar nuevamente en la misma y tediosa paradoja. Será por el bochinche y por la alharaca que se hace, por los descuentos y ofertas navideñas; será por las lucecitas de colores y los árboles adornados, por el muérdago y las manzanas y los ángeles y las estrellitas y las borlas y la nieve de poliuretano. Por estas cosas me pregunto, ¿no será demasiado aglutinante el contenido de fin de año?

El olor a pólvora que flota sobre nosotros y las masas regocijándose en las luces y colores y chispas y estallidos. Los fuegos de artificio nos alegran, realizando un espectáculo de placeres para la visión. Estroncio para el rojo, cobre para el azul, sodio para el amarillo y hierro para el dorado. Químicos que se reúnen para crear, agregando aluminio, este espectáculo piromusical, que se comprometen a originar la felicidad en nuestros corazones cada 31 de diciembre. Son los chillidos y los silbidos de los cohetes los que despiertan nuestro asombro, llevando nuestras miradas hacia el firmamento y haciéndonos abrir la boca con el famoso estruendo final, cuando las flores luminosas se expanden para luego perderse en la negrura del espacio aéreo.

A las 0.00 del 1° de enero se brinda. Se chocan las copas con sidra (o champaña, dependiendo del nivel económico de la casa huésped) y se dice chin-chin. Algunos se besan y se abrazan, otros se disponen a comer doce pasas de uvas, pidiendo los mejores deseos para el año que empieza. ¡Salud!

Y así salen a la calle a prender sus globos. Incineran la mecha del artefacto de papel, de aquel que hayan comprado anteriormente en una mediocre estación de tren, en oferta, o en el mercado del barrio cerrado. Escriben en una carta las cosas que desean, sus objetivos en la vida, los regalos para Reyes, los amores que anhelan, las personas que extrañan, y la adhieren al transporte. Esperan a que se caliente el aire y a que se infle la bolsa y lo liberan cual animal salvaje. Se eleva, se eleva y se aleja de la tierra. Algunos no encuentran el rumbo y se pierden, otros se enredan en los cables de electricidad, generando desperfectos e incendios. Pero al fin y al cabo, muchos de ellos llegan a esa carretera aérea que los guía a través del cielo para llegar… ¿a dónde? ¿A quién es que envían todos sus deseos más profundos?


La mañana del 1° de enero amanece. El sol baña los tapiales de su jardín y sus plantas, autóctonas del sur, reciben con cariño los rayos del astro rey. ¿Por qué no sale de su hogar? Algo lo retrasa, quizás el hecho de tener tantos años lo ha desgastado un poco y le cuesta despertarse temprano. La barba se asoma a través de la puerta y tras ella aparece su cuerpo raquítico de anciano. Se despereza y estira los brazos al cielo.

Mira a su alrededor y comienza su labor.

Entra los primeros cuarenta y siete globos a la casa e inicia la tarea de doblarlos suavemente y extraer las cartas de cada uno de ellos. Con ellas arma una pila sobre la mesa y deposita los papeles de seda desinflados en una bolsa de consorcio. Sale nuevamente y repite el mismo trabajo.

Al final de la mañana, para la hora del almuerzo, tiene todos los deseos en veinticinco pilas organizadas. Toma un delicioso banquete con su señora y luego se sienta en el sillón para disfrutar de la lectura. Carta tras carta, subraya los puntos más importantes y realiza una lista de los más merecedores. Esa noche va a dormirse temprano, pues sabe que a la mañana siguiente debe trabajar en el faro de Punta Arenas, y aprovecha la tarde para rezar por la gente en la lista. Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria para cada uno y él sonríe porque sabe que durante este año, por ese momento en el que estuvo arrodillado al pie de la cama, muchos van a recibir un golpe de suerte. Él sabe que algunos de los deseos se perdieron por el camino, que muy pocos llegaron a destino, por eso también reza por ellos.

12.4.07

Estupefacientes

a un pomelo.


Todos los jueves, sin excepción, Abigail aparecía en la esquina del cine, envuelta en esa gabardina, con sus anteojos negros y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito pasaba y se cercioraba de que nadie la siguiera, de que la noche fuera tranquila, y, buscando en su cartera, sacaba su reloj y revisaba la hora.
Todos los jueves, sin excepción, Abigail entraba al cine, envuelta en esa gabardina, con sus anteojos negros y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito rondaba entre las taquillas, delante del quiosco de golosinas y se cercioraba de que nadie la siguiera, de que estuviera segura, y, buscando en su cartera, sacaba su reloj y revisaba la hora.

Todos los jueves, sin excepción, Abigail compraba una entrada a la función de las 20.15, envuelta en esa gabardina, con sus anteojos negros y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito ingresaba a la sala, observando para todos lados y entregando desconfiadamente su boleto al guarda; y se cercioraba de que nadie la siguiera, de que estuviera sola, y, buscando en su cartera, sacaba su reloj y revisaba la hora.

Todos los jueves, sin excepción, Abigail se sentaba en la butaca 16 de la fila J y miraba la película, envuelta en esa gabardina, con sus anteojos negros y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito leía los subtítulos de la última comedia romántica de Jennifer López, y se cercioraba de que nadie la observara, de que la soledad de su entorno fuera completa, y, buscando en su cartera, sacaba su reloj y revisaba la hora.

Todos los jueves, sin excepción, y a la mitad de la película, Abigail se levantaba de su asiento y se dirigía al baño del cine, envuelta en esa gabardina, con sus anteojos negros y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito corría apurada al baño, empujando la puerta casi violentamente, y se cercioraba de que nadie la siguiera, de que sus espaldas estuvieran a salvo, y, buscando en su cartera, sacaba su reloj y revisaba la hora.

Todos los jueves, sin excepción, y a las 20.45, Abigail se disponía a maquillarse frente al espejo del baño, embadurnando sus labios con el carmesí del rouge y delineando sus pestañas con el poderoso rimel, enrojeciendo sus mejillas con polvos rosados, casi naranjas salmón, envuelta en esa gabardina, con sus anteojos negros en el bolsillo y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito esperaba a que se vacíe el sanitario, y se cercioraba de que no hubiera nadie escondido en algún compartimiento, de que la suerte estuviera con ella, y, buscando en su cartera, sacaba su reloj y revisaba la hora.

Todos los jueves, sin excepción, Abigail ingresaba al tercer cubículo contando desde la pared, envuelta en esa gabardina, maquillada hasta la médula, con sus anteojos negros y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito cerraba la puerta y la trababa, dejando ver el famoso OCUPADO desde el exterior, y se cercioraba de que nadie hubiera entrado al baño, de que el silencio estuviera imperturbado, y, buscando en la mochila del inodoro, sacaba cinco paquetes de puntas redondeadas, de color mate, embalados con cinta marrón, los metía en su cartera y en su lugar depositaba un fajo de billetes en una bolsita impermeable.

Todos los jueves, sin excepción, y antes de que terminase la última comedia romántica de Jennifer López, Abigail abandonaba el cine, envuelta en esa gabardina, maquillada hasta la médula, con sus anteojos negros y con el pañuelo en la cabeza. De incógnito pisaba la vereda de la avenida Corrientes y caminaba velozmente hacia la esquina; y se cercioraba de que nadie la siguiera, de que hubiera triunfado, y, buscando en su cartera, sacaba su reloj y revisaba la hora.
De lunes a sábado, exceptuando los jueves, y sin excepción, Abigail subía la persiana de su lavadero, vestida normalmente, con poco maquillaje, con los lentes de contacto verdes y el pelo recogido. Tranquilamente abría un paquete de puntas redondeadas, de color mate, embalado con cinta marrón, y repartía su contenido, un polvillo completamente blanco, en distintos recipientes de varios colores, y se cercioraba de que ni un poco cayera al suelo, de que no se malgastara, y, buscando en su bolsillo, sacaba la llave de la caja y la abría, sabiendo que dentro de muy poco tiempo se llenaría de billetes porque su local tenía el mejor jabón en polvo de toda la ciudad.

11.4.07

Brindo por la ignorancia

Así es, brindo por la ignorancia. Y brindo también por el desconocimiento, la
idiotez y la estupidez. Brindo por todos aquellos que no saben, por todos los
boludos, por todos los brutos e inconscientes.
Aquellos que son tontos, opas, bobos y débiles mentales; aquellos incapaces y a los que les cuestan las cosas, Dios los tenga en su gloria. También los que se regocijan en la moda, los que disfrutan de lo imbécil e inmaduro, de lo violento y sangriento, del entretenimiento sin contenido.
Benditos sean ustedes, los procedentes de la barbarie, los incivilizados, los incautos, los inocentes. Los crédulos, los cortos de entendimiento, los mentecatos, los memos, salvados sean.
Autómatas faltos de razonamiento, optimistas ingenuos que no quieren ver la realidad, torpes empedernidos, nada malo les pase, la desgracia se aleje de ustedes.
Y saludo honorablemente a los que se equivocan repetidamente, a los que fallan siempre en el mismo obstáculo, a los que pisan siempre el mismo palito, a los tarados, a los necios, a los lerdos.
Hoy es el día en el que terminé con mi idealismo y me di cuenta de cómo son las cosas realmente. La antigua ley de la selva sigue vigente y es así también como se cumple el poder simbiótico de la naturaleza humana. ¿Qué seríamos nosotros, los cultos y capaces, sin aquellos por los que brindo en esta hermosa noche, antes de disfrutar de tan noble y bondadosa cena? Sólo imaginen una sociedad inteligente hasta el último individuo. (Y no, no hablo de que los honrados esta noche no sean inteligentes, pues es la inteligencia, el raciocinio, lo que nos separa a los humanos de los animales; pero refiero esta palabra a la superioridad misma que se da entre aptos y no aptos, es decir, entre inteligentes e ignorantes).
¡Qué fácil es la vida para nosotros los hábiles, que sobresalimos entre la barbarie inepta y maleable! ¿O es acaso que todavía no saborearon los placeres de ser halagado por el mínimo esfuerzo lógico, cosa de la que no muchos son capaces? La simpleza de hablar en difícil, así como lo dicen los mundanos, y conseguir las alabanzas más satisfactorias para alimentar nuestro ego. Con sólo decir Esa obra de arte es muy linda adornada con las palabras y parafernalias más rebuscadas, derivando dicha frase en Esa expresión del alma, esa imagen idealizadora del espíritu del artista, cumple con todos los requisitos para ubicarse junto a los más grandes artífices de la cultura humana, incluso superando a varios idóneos contemporáneos y satisfaciendo el deseo, el placer de la belleza que necesitamos las personas para separarnos de nuestra naturaleza animal, conseguimos títulos de sabios, genios y críticos. Es que frases como ésta no se escuchan todos los días, y es que ellos, por los que hoy estoy agradecido y a los que hoy dedico toda mi obra y vida, nos hacen el trabajo de vivir mucho más sereno.
Retomando la imagen de una sociedad superdotada hasta su más ínfimo miembro, ¿creen ustedes, mis colegas, que ser una persona renombrada costaría lo mismo que nos cuesta hoy día? La competencia surge cuando hay competidores. Cuando se es mejor a los demás, la carrera está ganada, los honores caen del cielo. Es por esto que hoy, junto a ustedes, brindo por la ignorancia, para darle aquella distinción que jamás recibirá por mérito propio, sino por el favor incondicional que nos brindan con su simple existencia.

¡Salud!

2.4.07

we do tea for two

Así como vos lo podés ver en mis ojos, yo puedo verlo en los tuyos. Lo que siento sobre mi piel, ya lo sentiste vos; y lo que siento es también lo que sentís, porque lo que es tuyo ahora también es mío. Fundidos, entrelazados, enredados, anudados, asfixiados por el peso de cada uno, que ahora es el propio también.
Las dudas se disipan cuando se viven en carne propia las emociones ajenas. Y no es una simple empatía, porque no es ponerme en tu lugar ni imaginarme estar ahí, sino estar y sentir; sufrir y amar y sufrir de amar. Gozar de necesitar llenar tus pulmones y hacer correr tu sangre y hacerte respirar.
Después de un abrazo, una mirada, ese cambio de posiciones, te entiendo. Vivirte.

18.3.07

a little bit of english

i can't stand the view
of a lonely soul like yours
gathering all of its strength
and holding its breath
to be by my side
who's nothing done so far
to deserve such love like this.
but then i realize
that if i give you up
my tears will dry me completely
and yours will tear you apart.
let's remain just as always,
with you suffering for me
and with me crying for you.

7.3.07

Abro el baño y me encuentro mirándome seductoramente desde un trozo de vidrio. En mi mirar descifro mis propias intenciones. Sobre el mármol hay dos pastillas y una copa traslúcida de agua.
Blanco veo y blanco me rodea. Blancas son las paredes y blanca está mi piel. No da más pensar, da lo mismo, porque en blanco está mi mente.
Lo sé, duele el cuerpo de desolación, de fiebre; el corazón solitario se sirve de la meditación insensata e insana de placebo. Tiembla el suelo bajo mis pies de agua, porque yo no piso firme y mis plantas son de lágrimas saladas que por mis ojos no salen.
¿Qué quiero que haga yo, que me miro esperando algo, algún movimiento, alguna reacción? Me intimido y las náuseas trepan vertiginosamente el revoltijo de complicaciones que son mis agallas en este momento, congelando las gotas de sudor febril que resbalan por mi columna vertebral.
Quiebro mi cráneo internamente con un calor infernal, el cuerpo no resiste y cede negligentemente ante la tentación de envenenarse con promesas de muertes violentas, de despedidas incumplidas, de recuerdos ajenos sobre mí mismo, de sollozos de lástima angustiosa.
Me tomo de la mano y me introduzco las píldoras bajo la lengua, engullo el agua que las arrastra a mis adentros. Duermo, procurando mejorar.

10.2.07

romance gitano

El vino corre como la sangre en una sangrienta y sanguinaria sangría, mientras Isabel baila sobre la tarima, entregada bacanalmente a la música del rasguido de la guitarra. Los sonidos bohemios y la voz profunda, el canto triste del gitano expulsado y entregado, cabeza gacha, a las guillotinas de los que no entienden del honor, de la familia y de la santa costumbre. Las paredes de la taberna teñidas de rojo, un carmesí alumbrado, como un hogar encendido y fulgurante, y los payos ebrios cantando alegremente, con los ojos pintados de borrosas imágenes oníricas.

Isabel, bajo su vestido negro y su larga chalina colorada, mueve sus piernas y patea el suelo de madera fuertemente al son del ritmo Romaní. Hipnotiza a sus espectadores con sus movimientos femeninos y misteriosos, como la marea de Andalucía, como las fases de la Luna, y en cada éxtasis de notas, salpica alegremente de su belleza a los incautos que observan boquiabiertos.

El sonido de las castañuelas de Isabel, infranqueable y continuo, penetra profundamente en cada oído presente, sacude las ideas y las retuerce; atonta y entumece, anuncia y prevalece en la memoria como el galope constante del corcel que se acerca y luego se escapa. Isabel baila y las hace sonar, y la combinación resulta suficiente para que las miradas y los corazones se concentren en su sinuoso andar.

La danza está en la sangre de Isabel, y el éxtasis que es para ella danzar se refleja fuertemente en su cara, cubierta de los rasgos marcados y fuertes del gitano, al expresar la sonrisa placentera, casi orgásmica, de la felicidad que le da. Con o sin público, Isabel es única, y su paso es abrasador. Las guitarras compiten entre ellas, con sus cantos más tristes y melancólicos, para saber quién es merecedor de acompañarla.

Los cabellos negros de Isabel reflejan la oscuridad de la noche y la de los corazones, la del rencor bohemio y la de sus persecutores. Al aire, bailan con ella y la cortejan, como una pareja turbia y fantasmal. Isabel agita su cabeza circularmente, ofreciendo cada uno de ellos a la madrugada y disfrutando del canto catártico de penas y sufrimientos y negaciones.

Los ojos miel de Isabel observan, y lo hacen con determinación, mientras su danza toma vuelo. Se clavan punzantemente en los del joven de la mesa del frente, quien se encuentra bajo el hechizo de la guitarra y de las caderas cubiertas de volados de Isabel. Ella ahora baila sólo para él, para su regocijo y para su atención. Navega la gitana en los pensamientos del muchacho y apacigua sus aguas con sus movimientos duros y pasionales.


La mano de Isabel ofrece, sin temor alguno, continuando el ritmo de la música, un vaso repleto de vino al Romaní que ha cautivado. Las telas del vestido de Isabel se rozan y elevan en el viento que entra por la ventana de la taberna, mientras las risas alcoholizadas rodean la escena musical de la tarima. El joven acepta, atontado, y apoya sus labios sobre el vidrio y sorbe con ellos suavemente, mientras la imagen de Isabel bailando y tocando las castañuelas entra por sus cristalinos ojos de bohemio.

Isabel ingresa frenéticamente al movimiento agresivo y final de la canción. El chasquido del ritmo de las manos de Isabel se acelera y lo mismo hacen sus piernas. El cenit de la música coincide con la caída estrepitosa del joven envenenado sobre la mesa, y la sonrisa musical de Isabel se transforma en honor, familia y santa costumbre.


La venganza gitana de Isabel por un hermano asesinado, es como su danza: está en su sangre, y el éxtasis que es para ella se refleja fuertemente en su cara, cubierta de los rasgos marcados y fuertes del bohemio.

23.1.07

Y2K

a una enana.

La Cachi había perdido la virginidad por la llegada del año 2000, víctima del pánico mundial por la inminente caída tecnológica-digital. Había sido en esos días de diciembre en los que uno no comprende bien la diferencia entre final y principio y en los que la mayor parte de la gente estaba completamente aterrorizada y hacía todo lo que “siempre quise hacer”, al ritmo de la cumbia, en un colchón en el suelo. No había sido lo que siempre quiso, pero la Cachi no tenía deseos de morir virgen. Quería desaparecer de la existencia con el himen destrozado, desgarrado, hecho pelota; convertirse en toda una señorita antes de comenzar a pudrirse en una explosión cósmico-nuclear y ser polvo espacial junto al resto de la humanidad.

A Damián lo había conocido en la bailanta, ese mismo día. Se habían visto, su mirada ofuscada por efecto de los tres tequilas de la noche, y él se le había acercado. Le había susurrado unas palabras bastante obscenas al oído y le había tocado el culo. La Cachi sólo lo observó durante toda la actuación, sin hacer nada, sólo rió, lo tomó del brazo y lo arrastró a la pista de baile.

En el momento sonaba Lía Crucet, ‘Esta noche quiero sexo contigo’, y el efecto de la letra fue brutal. Damián estaba muy caliente con la Cachi, parecía un animal en celo - aunque vale la redundancia el afirmar que muchos de los hombres que salen a bailar lo parecen, inclusive simulan estar de cacería, acechando a las muchachas por todos los flancos. Para no estarlo, ella era toda una mujer, con pechos rebosantes, cuerpo voluptuoso y larga cabellera rubia hasta la cintura. Una verdadera Venus de Willendorf que se sabía todos los pasitos de la tropical.

Todos en la bailanta aseguran que la pareja lanzaba chispas con cada giro que daban, y la Cachi levantaba su pollerita, la revoleaba y mostraba sus piernas y su diminuta tanga. Damián se volvía loco y la tomaba por la cintura, bajando una mano de tanto en tanto para palpar una carnosa nalga. Había sido una escena bastante explícita, casi sacada de una porno, pero con la excusa de “estamos bailando” y un nivel de alcoholemia elevado, todo el mundo se pone candente – ellos no iban a ser la excepción, en especial con las intenciones que rondaban en sus mentes.

El bailoteo duró poco, se fueron temprano de la disco, en el auto de él. Al rato llegaron a su departamento, al que se había mudado recientemente. Lo único que había en su interior era un colchón, un equipo de música y una pila de botellas de cerveza vacías. Pintoresco, al estilo barrial, como lo llamaban. Pusieron un disco, uno de esos de cumbia villera, y se lanzaron al lecho. Camino a la casa habían comprado profilácticos en una farmacia de turno.

Damián, o Damy, como le decía la muchachada, era conocido por su dotación fálica. Entre sus amigos lo jodían y lo comparaban con un caballo. Exageraciones de la masa, mitos del barrio o algún rumor creado para aumentar la fama y el sex-appeal del joven, la cuestión yace en que el verdadero tamaño del pene de Dany era de unos quince centímetros y que sufría de la tan nombrada eyaculación precoz. La Cachi, por ser virgen como lo era, jamás se enteró del desperfecto, pero tampoco alcanzó un orgasmo.

La primera prenda en volar fue el topcito de ella. No usaba corpiño, así que sus senos se desparramaron sobre el pecho de Dany. Luego se fue la remera del semental, dejando a la vista unos pectorales adolescentes semi-varoniles. El resto fue como la caída de una fila de piezas de dominó: la desaparición de una pieza implicaba la desaparición de la siguiente.

No hubo mucho jugueteo: él iba directo a los genitales, ella se dejaba. La noche no fue la planeada, con explosiones de fuegos artificiales interiores, sentirse única y en pleno goce, pero el himen fue destruido. El objetivo había sido cumplido.

La Cachi abandonó el departamento apenas despuntó el alba, con una insatisfacción interna bastante profunda. A los pocos días llegó el año nuevo y ese sentimiento se ahondó muchísimo más. Puedo asegurar que nunca dejó de ser esa alegre bailantera con pechos enormes, pero no volvió a tener relaciones hasta pasados los veinte. Tan mala había sido su primera experiencia que la frustración la persiguió en cada levante nocturno. Ahora es más selectiva, y los rumores barriales la bautizaron como una tigresa insaciable.

espejo empañado

19/01/07, pinamar, buenos aires, argentina

Una mano húmeda apoyada sobre el espejo empañado
que fragmenta las imágenes que en él se reflejan,
y frente al mismo, mi cuerpo desnudo, mojado,
entregado a merced de las ilusiones que se muestren.
Soy una silueta de espejismo sobre el vidrio
mientras me toco placenteramente pensando en vos,
en tu ausencia y en mi sed de tu presencia.
Mi desnudez me inhibe, y las gotas de agua
son las únicas que acarician mi piel.
Cierro los ojos y te imagino, me sacío de tu ser,
me masturbo y mis gemidos despiertan el vapor que me rodea.
Cuando vuelvo a mirar, encuentro tus ojos miel
que me miran desde mi silueta irizada.
Una mano húmeda resbala, frustrada, sobre el espejo empañado,
al llegar al éxtasis y saber que no estoy,
que no estás.

21.1.07

sudestada

18/01/07, pinamar, buenos aires, argentina
Libélulas recorren ansiosamente las dunas,
se posan ociosas sobre los granos de arena
y baten sus alas con violencia
invocando las precipitaciones estivales.
El sol refleja en las miles de facetas de sus ojos
generando colores primaverales, verdes y violetas.
Un híbrido sentimiento al ver al mar,
donde la vida comienza y acaba súbitamente,
donde edificios de agua se levantan
y se desploman, unos tras otros,
detonados por el peso de su propia vanidad.
Y la espuma se seca, deshidratada por el fuego,
dibujando líneas sinuosas de sal sobre la costa,
símbolos naturales, palabras sabias
encriptadas en un lenguaje oculto.
Cada ola escribe una oración,
extensísima como el horizonte,
que predice lo que dirá la siguiente.
Abruptamente, el proceso se detiene,
comienza un silencio marino
y los hipocampos relinchan en las profundidades.
Fallece el movimiento de la marea
dando paso a una superficie espejada y cristalina.
Aumenta el volumen de aquella masa acuática,
bajo la influencia de Diana oculta en el eclipse,
y uno se siente envuelto en el misticismo marítimo,
en la sensación de la infinidad,
de la nostalgia, del letargo.
El cielo va tiñéndose de negro,
como vencido por la oscuridad siniestra
de una deidad destructiva.
Y así como las nubes dibujan remolinos en las alturas,
en los corazones se arremolinan los temores,
mezclándose, combinándose,
creando un pánico que paraliza,
un pánico que da placer.
Fobos y Deimos iluminan
y dejan filtrar su influencia
por los huecos de la inmensa pared que cubre al Edén.
Suavemente se levantan los vientos,
despertando su furia, arrastrando partículas de polvo, agua y sal.
La brisa se convierte en ventisca,
la ventisca se transforma en tormenta de arena,
un vendaval agresivo bañado en diminutos cristales
que calan bocetos sangrientos en la piel
y que penetran en las pupilas llenas de lágrimas.
Las imágenes que quedan en la arena
son el reflejo de la devastación que se avecina.
Una sangría en la cubierta nubosa,
una herida en el cielo que tiende a la hemorragia,
al sangrado interminable que derrama sobre nosotros.
Piezas de agua divinamente forjadas
para lacerar cada centímetro de suelo en la Tierra.
Cuando se hidrata la grama, con las salpicaduras tormentosas, se libera el aroma.
Cuando se libera el aroma, me acuerdo del frío.
Cuando me acuerdo del frío, ansío el calor humano.
La sudestada es destructiva,
más aún cuando llevamos recuerdos dentro.



el cerrojo

19/01/07, pinamar, buenos aires, argentina


A través del cerrojo,
la imagen trasgiversada
de una visión reducida.
El círculo y el trapecio
ofuscando la realidad,
que generada por la imaginación
su complementaria oscuridad,
confunden el juicio
de un alma curiosa
que espía donde no debería.
La llave es otorgada
por aquel que la posee,
y si la cerradura está cerrada,
¿por qué forzar ver
a través del cerrojo
donde lo incompleto
se llena del temor
y del miedo más penoso?

2.1.07

combustión espontánea

Se durmió feliz y se despertó feliz más de una vez en la semana. Todos los días, para ser más preciso. La vida le dio un vuelco y ahora tenía algo por qué sonreír.
Caminaba por la calle y empezó a sentir humo. Azufre y carbón, olor a asado. Sus brazos combustionaron y se prendieron en llamas. Su pelo se volvió ceniza y su piel se derritió. En cuestión de segundos, explotó, y sólo quedó de él una masa deforme en la vereda. Los únicos vestigios que de su vida quedaron son el polvo de su ropa y el piercing que colgaba de su labio.
El fulgor del incidente atrajo a curiosos. Muchos se preguntaron el por qué de semejante estallido. ¿Por qué una persona se prendería a sí misma, espontáneamente, evaporando su sangre y deshaciendo sus carnes? A lo que apareció un hombre, de esos que vagan por la ciudad observándolo todo y descifrando acertijos, de los que se visten excéntricamente, con gorro con pluma verde y anteojos oscuros con incrustaciones preciosas. Con las pieles colgando de su papada, respondió:



- Se había dormido feliz y se había despertado feliz. Uno tiende a perseguir la felicidad, y cuando la encontró, no quedó más que extinguirse. ¿De qué sirve una vida si no se puede escapar de ella por lo melancólica que es?
El humano no está preparado para el regocijo, por eso sabotea su tranquilidad.
Cuando uno se va a dormir contento, ¿no aparecen preocupaciones en la mente para hacernos despertar angustiados? Cuando uno no se puede sentir mejor, ¿no recibe un diagnóstico que dice Cáncer?
No esperen, mis amigos, que este muchacho que ante nosotros yace haya durado más tiempo. Tarde o temprano, la vida lo iba a alcanzar, y lo iba a empujar a la muerte.

A la mayoría le pareció más o menos razonable lo que dijo el sabio, por lo que siguieron su rumbo. Algunos comprendieron sus palabras, otros no entendieron, mas no vieron el por qué de quedarse viendo las cenizas por más tiempo. Un niño recogió el piercing y se lo guardó. Luego vino un barrendero y puso el despojo humeante en el tacho de basura.

Ley de gravedad: Todo lo que sube, tiene que bajar (Tarde o temprano).

limón al champagne (fin de año)

Levantar la vista y ver una estela de un grupo de espermatozoides hechos de luz que se desvirtúan en la inmensidad sublime de la noche del treinta y uno de diciembre, para mí sólo eso es conciso, el resto son meras promesas familiares y mucha comida fría.

Es una fecha extraña, caótica e impredecible. La cuenta regresiva ya inclusive me resulta tediosa, sin vida, son sólo segundos que retroceden para indicar que el tiempo avanza, y a mí, personalmente, me parecen palabras 'cinco, cuatro, tres, dos, uno' que se pronuncian con una entonación de falsa emoción.

El ser humano pone muchas esperanzas en cualquier tipo de inicio, ya sea el comienzo de un libro o de una película. Yo me limito a saber que termina algo y que empieza otro algo.

El brindis, gran ritual alcohólico que ayuda a escupir el veneno del año que finaliza, ¿o también es bueno para poder tragar el amargo sabor de un año que llega? Todavía no lo sé, yo brindo con soda, me gustan las burbujitas que cosquillean la garganta.

Mi familia me mira, y no comprende mi desabridez para con esta fecha en particular. Quizás no entienden lo que significa dejar doce meses atrás que tanto significaron para uno. No es que tenga falta de emoción, sino que me cuesta despegarme de un lindo pasado.

Todos arrojan a la basura la ropa vieja y usada para ponerse el nuevo conjunto; yo simplemente tengo miedo de que no me quede como debería, de haber comprado un talle equivocado.