31.10.06

zzz


perseguí un ave demasiado veloz y me tropecé.
en la caída me di cuenta del cansancio y de cómo mi cuerpo no soportaba la presión.
horas de sueño que me faltan, queman mi espíritu y me deprimen.
veo borroso e imagino personajes extraños:
una vieja que me ofrece mermelada, un caracol que se hecha sal a sí mismo.
ojalá fuera tan fácil como para la profesora de piano. toma una pastilla y se tambalea en el banquito.
la sostengo y me digo 'cómo quisiera estar en su lugar'.
la acuesto sobre el colchón de nubes oníricas y me vuelvo a casa.
¿podré encontrar la arena mágica y cerrar los ojos?
me cuesta mucho, pero creo poder intentarlo.
empecemos por abandonar esto en desconcierto.

30.10.06

152

Llueve y la gente se sube al colectivo apresuradamente. Ninguno nota la presencia misteriosa del hombre de la tanza, que aguarda en su escondrijo, en los asientos traseros, el acercamiento de su próxima víctima.
Una pareja se besa apasionadamente al frente, y una señora ataca ferozmente el timbre. El hombre de la tanza espera su momento.
Un empresario conversa por teléfono, una empleada ansía el momento de llegar a la terminal. El hombre de la tanza se restriega las manos, imaginando la llegada de su incauto viajero.
Son las dos y quedan meros vestigios de humanidad entre los asientos, cuando frenan y arriba el esperado invitado a la cena. El hombre de la tanza festeja en su interior y se relame los labios.
Camina la movediza pasarela y llega hasta uno de los asientos laterales, cercano a la puerta trasera. El hombre de la tanza abandona furtivamente su vivienda.
Escuchando música, no espera la invitación a cenar, y continúa observando el exterior empañado con gotas, simples fragmentos de cielo. El hombre de la tanza respira tras la nuca del inocente pasajero.
Tararea canciones extranjeras e intenta leer los carteles de las calles, aquellas marquesinas que se desplazan por las ventanillas. El hombre de la tanza extiende sus brazos como anhelando el cuello de su víctima.
Mira la hora y se rasca la oreja, pensando en la soledad del transporte público, en el silencio de movimiento, salvo por las manijas tintineantes que cuelgan del techo. El hombre de la tanza arranca un pedazo del hilo mortal de su carrete y sonríe con tosca mueca.
Se ríe por dentro, contento de que está a cuadras de destino; destino que lo espera con los brazos abiertos, como el siguiente. El hombre de la tanza, con un rápido movimiento, enlaza al muchacho por la garganta, y tira, tira, tira, tira.


27.10.06

antenas

Suben hasta llegar al techo,
suben hasta llegar al cielo
las antenas que absorben nuestros pensamientos,
nuestras historias, nuestros sueños.
Observo cómo trabajan bajo el Sol,
tras la nítida luz primaveral del equinoccio,
y me descubro siendo presa de ellas.
Plasman sus obras en los muros,
extrayendo los colores de la naturaleza
y de las imágenes oníricas que nos traspasan.
Y la gente que pasa es indiferente
a semejantes demostraciones y gritos de la humanidad tecno-sensible.
El piñón se menea y la cadena cambia su posición
mientras mis pies impulsan el bípedo móvil
a lo largo de la acera
que desfila ante el conjunto de antenas
y sueños apilados en disyuntores y reactores.
Mis ojos miran el proceso inhumano
proceder frente a los transeuntes negligentes,
que son víctimas y victimarios
del arte nefasto impreso en colorinche desnudez
sobre el ladrillo y el concreto
de un galpón abandonado.

23.10.06

reacción en cadena

mi mente dispara ilusiones
que no puedo disipar,
y el fuego del día
no las para de alimentar.

tu imagen, grabada en mí,
que sólo por un momento vi,
sirve de catalizador
para esta cadena-reacción.

el calor quema la piel
y alimenta la hoguera,
los espejismos del inconsciente
no apaciguan mi letal ceguera.

te busqué sin conocerte,
como animal deseé tenerte,
y ahora que te encuentro,
¿cómo me adentro?

primavera

El señor del grotesco tic nervioso
vino y me regaló una margarita.
Me dijo que se llamaba Pablo,
me dio un beso en la mejilla y se fue.

El señor del grotesco tic nervioso
vino y me regaló un tulipán.
Me ofreció un amplio abrazo
y su hombro para llorar.

El señor del grotesco tic nervioso
vino y me regaló una rosa.
Me enlistó en un partido político
y me presentó a su esposa.

El señor del grotesco tic nervioso
vino y me regaló un clavel.
Me enseñó un bonito paso de baile
y se transformó en pastel.

7

siete palabras, quedaron así.
en la fotografía habían salido re-bonitos.
ella con sus ojos de almendras,
él con su camisa y su mejor cara de lesbiano.
tomaron la mejor parte del equinoccio
y la guardaron para ellos mismos.
ella en sus cuerdas vocales,
él en el letargo de su conciencia.
si bien entre ellos todo era caos
y estaban dispersos como el fitoplancton del mar,
como la árida vegetación del prado pampeano,
se querían mucho
y sentían su amistad como un vino añejo.
'mejora con los años'.
la mendiga los vio a lo lejos,
cantando canciones de quiénsabequién,
y pensó en que se veían bastante bien para la cena.
'deben tener gusto a yogurt de frutilla'.
sí, saben así.
pasales la lengua nomás,
lamé y probá,
que te vas a dar cuenta que son dulces y ácidos al mismo tiempo.
te vas a quedar pasmado, pero con siete palabras,
con sólo siete, pactaron el sabor de la primavera.
ella en sus cuerdas vocales
y con sus ojos de almendras,
él con su camisa y su mejor cara de lesbiano
y en el letargo de su conciencia.