13.8.07

sádico optimista nostálgico melancólico

quizás sea un sádico optimista.
quizás sea un insensato ingenuo,
un inexperto en materia de vida,
un iniciado entusiasta,
pero no puedo arrepentirme,
sentir resentimiento,
odiarte o detestarte,
reclamar venganza u olvidar.
mi melancolía está en el recuerdo,
en la nostalgia pura que me ofrece el pasado.
por ella es que hoy sufro, pero por la que también brindo.
brindo por los buenos momentos, por las alegrías diarias de saberte a mi lado.
brindo por las caricias, los abrazos, los besos, los susurros, los cariños.
brindo por aquellas palabras que me dejaste decirte, por aquellas que me dejaste escuchar.
brindo por los planes que salieron bien y por los que se frustraron;
incluso brindo por aquellos que no llegaron a formularse.
brindo también por haber abierto la puerta y haber recibido al invitado más esperado,
por haber podido entrar tras los muros y haber llegado tan profundo en las mazmorras.
brindo por la flecha que se quedó clavada en mi pecho.
brindo por la lluvia que nos bañó en noviembre, por el sol que nos iluminó en el verano del sur,
por los mosquitos que nos acosaron en enero, por el catorce de febrero perfecto.
brindo por la sangre que otorgué, por la labor que te cargaste,
por las peleas por las que ambos tuvimos que pasar.
brindo por la cantidad de chocolate derretido sobre nuestras almas.
brindo por los aromas que me enseñaste a adorar,
por los sonidos que me ayudaste a sentir,
por los placeres que me hiciste vivir.
brindo por la lujuria desenfrenada que afectaba a nuestros cuerpos,
por el suave roce de nuestras pieles, los violentos golpes de nuestros brazos.
brindo por los cuellos degollados por asesinos dientes,
por muestras de un cariño que mata, asfixia.
brindo además por las personas que nos vivieron juntos;
que nos alentaron, que nos retrasaron.
brindo por haber podido llegar a la estima del príncipe más codiciado,
del muchacho de mirada dulce y triste, de aquel que se siente solitario.
brindo por haber sentido la llegada del niño desprotegido a lo más profundo del alma.
brindo por haber sabido proteger, por haber sido defendido.
brindo por el árbol que nos cobijó en una tarde de desgracias académicas,
por el puente que se mecía en la tormenta,
por la ventisca que soplaba cuando me diste el primer beso tierno,
por el hielo que resbaló por tu garganta cuando rasgué tu labio inconscientemente,
por la lluvia que me hizo verte indignado por primera vez,
por los juguetes que nos acompañan antes de ir a dormir.
brindo por tus ganas inquebrantables de cruzar ciudades,
poblados, localidades, provincias.
brindo por aquella fiebre que sentí la primera vez que decidiste cuidarme.
brindo por las orquídeas que nos acercaron carnalmente,
por las cantidades de alcohol que nos llevaron a cometer locuras.
brindo por las fotos que nos tendrán eternamente juntos.
brindo por las risas que provocaste en mi voz, por las que yo pude sentir en la tuya.
también por las bellas palabras que supiste inspirar en mi prontuario
y por la hermosa manera que sólo vos tenías de describir lo nuestro.
brindo por los hijos que soñamos, por nuestra hermosa casa inexistente.
brindo por cada cena que jamás terminé de comer.
brindo por la insensata confianza que nos teníamos mutuamente,
por la fidelidad que nos unía cada vez más, por los secretos que nos contamos.
pero ante todo esto, y sobre todas las cosas, brindo por vos,
por una persona única y especial, indecisa y vanidosa
pero no menos tierna y protectora, creativa y pasional;
una persona hermosa en todo sentido, aunque no veas más allá de tu preciosa coraza.
brindo por vos y el amor que me supiste dar
y el que supiste recibir.
brindo, para terminar, por las lágrimas derramadas,tanto mías como tuyas,
porque siento que valieron todas y cada una de ellas;
por las noches de incertidumbre, de obsesión y celos,
por las locuras que eros provoca en psique.

6.8.07

siempre lo supe y lo supiste,
pero es el día de hoy en el que las palabras llegaron a mi cabeza:
es paradójico que tengas tanto la capacidad para hacerme la persona más feliz de la tierra
como la de destruirme y no dejar de mí más que una sombra melancólica y solitaria.
quizás sea la influencia de una griega lésbica,
la de afrodita que me ofrece su rosa
o la de eros que atormenta a la lunática psique,
pero la simpleza de verbo se conjugó con la noxa invernal pertinente
para que hoy y sólo hoy escribiera estas líneas tan parecidas a vos.
a vos y a nosotros, a vos y yo; a mí enamorado y al resto indiferente.
una esclavitud simbiótica de locura, amor y muerte;
de buenos recuerdos y giros inesperados en la vida presente y futura.
una ocupación más que vocacional,
más que deseada, más que obligada,
más que complicada, más que importante,
más que esperada, rotundamente única.
¿sigue girando el mundo?
creo que me olvidé de una roca que vive en torno al fuego
y lo hice de manera extravagantemente voluntaria.
en una habitación repleta de personas, sólo veo dos ojos
y busco el calor de un único cuerpo que me proteja,
pero que lo haga en la veracidad de su voluntad.
¿qué vas a hacer conmigo?
completamente descontrolado, vos te das cuenta y no me decís nada,
así como hubiera dicho una mujer colombiana
con ganas de exorcizarse de su voz,
escaparse de su nombre y arrancarse el corazón.
la lágrima que lucha todos los días por salir, desde hace ya varios días,
erosiona duramente mi mirada y se convierte en una estaca de hielo que me penetra en la pupila.
tal vez, y así me gusta pensarlo antes de dormir,
no sea un esclavo, un ganímedes raptado,
sino una víctima de una flecha punzante y ponzoñosa que llenó de sangre mis ojos y no me deja ver
que del otro lado hay más de lo que uno puede llegar a esperar.