13.10.07

El potus nos acariciaba, pero ella pidió perdón


Perdón, me dijo. Perdón... Es increíble cómo la gente piensa que con una palabra, que con ESA palabra, las cosas se reparan mágicamente. Es la credulidad del ser humano, esa fantasía que recorre los pasadizos de sus mentes en el momento en el que se lee el primer Abracadabra en un cuento de hadas. ¿Y el resto? ¿Y el resto qué? ¿Qué pasa con esa pila de escombros que alguna vez fueron edificio? ¿Quién la va a juntar?

Ella siempre había sido un misterio; una noche con piernas de mujer, de esas que ocultan sus estrellas y abismos en la más oscura cripta. Sin embargo, jamás pensé que pronunciara esas palabras, y menos pensé en la repercusión que pudiera tener. Perdón... Simplemente cayó como un baldazo, como un empujón que me arrojó de esa nube de la cual observaba la inocencia humana.

¡Y me hizo sentir como uno de ellos! ¡Me hizo sentir el crac de mis sueños destrozados! Me hizo sentir crédulo. Pero la crédula es ella, al decir Perdón.



¿Qué más esperaba? Uno no puede salir inmune viviendo en la Tierra. Tarde o temprano arriban esas personas, esas palabras que te denigran y degradan. Es como una muerte momentánea, como una degustación del rencor y el odio. Y al principio te sentís poderoso, y te sentís vigoroso, y te sentís imparable, eterno, lleno de energía. Pero al rato caés en la angustia inmediata de la traición. Esas heridas en el pecho, en la mente, en la lengua, en los oídos.

Perdón, me dijo. Maldita sea. Después del encuentro en la habitación del hotel, de la pasión bajo el potus que adornaba la repisa del cuarto, con los brazos de la planta rodeándonos y llenándonos de caricias, ¿por qué fue a hacer eso? Entiendo la separación, entiendo sus horarios y su postura frente a nuestra inescrupulosa y desenfrenada relación. Los abrazos junto al trapeador, los arrumacos junto a su balde, la estadía en el lecho, con ella y su ropa olor a solventes. Quizás fue eso, el aroma a Ciff, la potencia de la lavandina, lo que me atrajo a sus carnes, lo que incitó la lujuria, pero mi duda está en por qué pronunció la palabra, por qué no se fue en silencio solemne de mucama de hotel.


Perdón, me dijo. Me lo dijo esta mañana, luego de explicarme por qué se debía ir, y después de poner el perfume en el baño, cambiar las toallas, hacer la cama y devolverme la llave de la habitación. La palabra resuena, junto al sonido chirriante de su carrito de limpieza.

6 comments:

betH said...
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betH said...

cosas para destacar:
"Quizás fue eso, el aroma a Ciff.."
(jaja)
y...la palabra POTUS! (dios que buena palabra!...)

..ahora bien, con respecto al uso del PERDON coincido totalmente.
¿qué necesidad de usar esa palabra tan inservible y que resulta contraproducente? porque sólo eso genera, lo contrario de lo que quiere expresar
...es sólo una forma mas de no hacerse cargo..

besos esxtraño!

12:53

betH said...

uh mirá como paso de nuevo...
es que ultimamente cuento con tiempo disponible (afortunadamente) y en parte de ese tiempo miré tu blog (sentite afortunado)
(?)
[jaja]

y.. en fin, me gustó la carta de la madre naturaleza!
q grozo

me encanta que la gente reflexione sobre los efectos de la civilización, aunque sería mejor que dejen la palabreria y ejerciten la práctica


besi!
y gracias x tu comentario político!^^
besi

Nene Tonto said...

hasta las mucamas tienen que partir.
Pero fue muy educado de su parte pedir perdón.
Lindos los detalles.

antonelana said...

Beth tiene razón, coincidos totalmente: la palabra Potus es tan buena! El sonido, su uso, la planta, potus potus potus por mil.


Qué buen texto
ingenua yo, no esperaba que sea la mucama. Repito: qué buen texto!

Anonymous said...

sigue siendo tan genial como la primera vez que lo leí.