8.12.06

caminante

Qué asco que me doy.


Si sentís que se avecina la tormenta,
¿por qué seguís caminando?
Y si ves que los pájaros esperan
sentados sobre el cable,
viendo y esperando el aguacero,
¿por qué continuás?

Más allá de que ayer haya sido precioso,
de que el Sol haya tostado tus mejillas,
tus muslos, tu frente, tu nuca,
hoy estalla el temporal,
y si vos sentís el viento
y las hojas y el polvo en tu piel,
¿por qué perseverás obstinadamente?

Sabés que es inminente,
conocés el desenlace y el final,
con la estrepitosa caída de las gotas,
pero seguís esperanzado
con cambiar las consecuencias.

Si sabés que la Vírgen no te puede ayudar
porque la viste descansando sobre un polvoriento altar,
¿por qué te entregás al martirio
de avanzar bajo la presión del próximo chaparrón?

Y si te bañás de las gotas de rocío
esparcidas en el aire,
cargadas de nefasta magnificencia,
de la asesina culpa de no llevar un paraguas,
¿por qué demonios no buscás un techo?
¿Por qué no te alojás bajo el abrigo de un árbol,
de una montaña, de un edificio inclusive?

Si el dolor de tus músculos es enorme,
como el pisoteo inaguantable
de una maza sobre tus huesos,
por la infinita marcha
bajo el incierto y puntual advenimiento
de la destructiva tormenta de tu voluntad,
¿por qué soñás con estar cerca de destino
y proseguís con esa ilusa caminata?

No te entiendo, y menos lo hacen ellos.
Sos un soñador en medio del huracán
y por esa ilusión te podés matar.

Sin embargo, la venda en tus ojos;
tus ojos ciegos, blancos de pasión;
te deja volar lejos,
atravesando la cortina de vapor tempestuoso,
acercándote a ese destino
que sólo vos conocés.

Te miré desde mi ventana
y pasaste como el sonámbulo más dispuesto.
Te llamé por tu nombre de nacimiento
y no respondiste sino a tu único fin.

Desapareciste, caminante,
bajo la espesa niebla de lo desconocido,

tras el seguro sendero del acantilado.

2 comments:

3,14159 said...

Ja.
Esto me hace pensar en mi.
Y me imagino que sabrás por qué.
Pero yo sigo caminando aunque tenga que esperar a Marzo para volver a verlo :(.

te quiero perro
(L)

Anonymous said...

La inexplicable necesidad del humano de golpearse contra una pared; es casi como un vicio, uno sabe hacia lo que va, lo que va a suceder por su obstinación, pero en estas situaciones nada tiene el peso necesario para modificar esa dirección del choque.
Pero, ¿es tan mala la lluvia?, ¿es tan malo golpearnos?. Creo que no, porque esos golpes nos muestran lo vivos que estamos, porque sentimos dolor.
Y ya se sabe que crisis, en este caso la que se generará, es cambio... a no temer tanto al cambio por estas ideas preimpuestas por el mundo occidental.

(me re esmere querido jaja)